Originalmente la intención del proponente, Mario Fermín Cabral, fue “limpiarle el saco” al dictador, Rafael Leonidas Trujillo
Originalmente la
intención del proponente, Mario Fermín Cabral, fue “limpiarle el saco” al
dictador, Rafael Leonidas Trujillo (dictadura 1930-1961), pero el esmero de una
sociedad capaz de impulsar mediante la auto-gestión grandes proyectos como la
Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia y el Parque Colón, entre otros, fue
garantía de la solemnidad con que fue llevada cabo la monumental escultura.
No se tiene el dato
preciso de cuántos se recolectaron para el Monumento a la Paz de Trujillo, su
nombre original, pero se conoce que durante años el pueblo de Santiago ofrendó
para la construcción.
El
diseño fue del arquitecto francés Henry Gazón Bona, y la mano de obra
involucrada fue de Santiago de los Caballeros, en un 95 por ciento.
El inicio de los trabajos coincidió con la
celebración del primer centenario de la Independencia Nacional. La entonces Gobernadora
Civil, Isabel Mayer, dio el primer
picazo, autentificando que fue una iniciativa netamente santiaguera.
Para la ambientación
visual interior fue contratado el pintor español Vela Zanetti.
El Monumento es una torre
de unos 70 metros de alto, cubierta parcialmente de mármol.
El interior del Monumento
es un museo dedicado a exaltar la memoria de los héroes de la Guerra de la
Restauración, con un tributo especial al Carnaval de Santiago.
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